30 jul 2013

ELOGIO DE LA LECTURA, ÁLVARO VALVERDE

ELOGIO DE LOS LIBROS,   Álvaro Valverde, 2002

 Por la descripción del paraíso, y la ceguera de Tobías y por el viaje de Jonás alojado en el vientre de una ballena.


Por las aventuras de Ulises a través de un mar color de vino y por la explicación de sus hazañas hasta que pudo regresar a Ítaca.

Por las enseñanzas de Virgilio acerca del tiempo que nos huye, irremediable, y, cómo no, por las de Horacio, que nos animó a disfrutar del momento que pasa y a llevar una vida retirada y modesta.  
   
Por los jardines y fuentes de los versos árabigos, porque evocan la pérdida del inmenso desierto.

Por la flor del cerezo y la luna y el río, y por los pabellones y por las batallas que cantan los poemas de los clásicos chinos.

Por el amor que ha abierto las murallas de todos los castillos de la historia y por los trovadores que inventaron el modo de asaltarlas.

Por las coplas escritas a la muerte del padre, y las noches oscuras y la senda escondida, y la hermosa locura que inventó Don Quijote.

Por el descenso a los infiernos donde habitan los monstruos y el ascenso a los cielos donde viven los ángeles.

Por la busca del tiempo que creímos perdido en la patria feliz de la infancia.

Por los cuentos de hadas y los cuentos de lobos, por su felicidad y por su miedo.

Por los cantos oscuros de las tribus remotas, tan acordes al ritmo con que suena la Tierra.

Por la tristeza y por el entusiasmo que se esconden detrás de las líneas escritas por cualquier ser humano.

Por los mares del mundo: los del norte y sus sagas, los del sur y sus islas; y los de la persecución de Moby Dick y los profundos del Nautilus.

Por los héroes de leyenda y los seres reales porque son las dos caras de la misma existencia.  

Por las volteretas de todas las vanguardias y los sueños que inventan con sus saltos festivos.

Y por todos los libros, incontables, que admiten recordar lo olvidado y volver a lugares donde nunca estuvimos y vivir esas vidas que jamás viviremos. Porque el mundo es un libro que nos lee y que escribimos.                                      

                                                                                     
Vinculo también la lectura con mi "oficio" de transmitir la pasión por ella. Llevo impregnada en la piel estas citas, y me las recuerdo demasiadas veces para encontrarle un sentido al quehacer diario


Educar a los hombres no es como llenar un vaso,

es como encender un fuego.                     
                                                Aristófanes

Los hombres aprenden

mientras enseñan.                      Séneca

Me lo contaron y lo olvidé; 

lo vi, y lo entendí; 
lo hice, y lo aprendí.                              

Si quieres aprender,

enseña.                                      Cicerón



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