7 ago 2008

LOS SECRETOS y mi García Montero

He muerto y he resucitado

con mis cenizas un árbol he plantado,

su fruto ha dado,

y desde hoy algo ha cambiado.

He roto todos mis poemas
,


los de tristezas y de penas,

lo he pensado y hoy sin dudar

vuelvo a tu lado.


Ayúdame y te habré ayudado,

que hoy he soñado

en otra vida,
en otro mundo,

pero a tu lado.

Ya no persigo sueños rotos,

los he cosido con el hilo de tus ojos,

y te he cantado al son de acordes

aún no inventados.


http://amediavoz.com/garciamontero.htm 

COGEDLE, DISFRUTADLE... UN GUSTAZO¡¡¡




DEDICATORIA
Si alguna vez la vida te maltrata,
acuérdate de mí, que no se cansa de esperar
aquel que no se cansa de mirarte.


HABITACIONES SEPARADAS

Está solo. Para seguir camino
se muestra despegado de las cosas.
No lleva provisiones.

Cuando pasan los días
y al final de la tarde piensa en lo sucedido,
tan sólo le conmueve
ese acierto imprevisto
del que pudo vivir la propia vida
en el seguro azar de su conciencia,
así, naturalmente, sin deudas ni banderas.

Una vez dijo amor.
Se poblaron sus labios de ceniza.

Dijo también mañana
con los ojos negados al presente
y sólo tuvo sombras que apretar en la mano,
fantasmas como saldo, un camino de nubes.

Soledad, libertad,
dos palabras que suelen apoyarse
en los hombros heridos del viajero.

De todo se hace cargo, de nada se convence.
Sus huellas tienen hoy la quemadura de los sueños vacíos.

No quiere renunciar. Para seguir camino
acepta que la vida se refugieen una habitación que no es la suya.
La luz se queda siempre detrás de una ventana.
Al otro lado de la puerta
suele escuchar los pasos de la noche.

Sabe que le resulta necesario
aprender a vivir en otra edad, en otro amor, en otro tiempo.
Tiempo de habitaciones separadas.





ME PERSIGUEN...
Me persiguen
los teléfonos rotos de Granada,

cuando voy a buscarte
y las calles enteras están comunicando.

Sumergido en tu voz de caracola
me gustaría el mar desde una boca
prendida con la mía,
saber que está tranquilo de distancia,
mientras pasan, respiran,
se repliegan a su instinto de ausencia
los jardines.

En ellos nada existe
desde que te secuestran los veranos.
Sólo yo los habito
por descubrir el rostro
de los enamorados que se besan,

con mis ojos en paro, mi corazón sin tráfico,
el insomnio que guardan las ciudades de agosto,
y ambulancias secretas como pájaros.

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