Publiqué esta reseña en la revista "QUIMERA" en junio de 2018. AQUÍ aparece en el índice.
"Ah, nuestra vida: / ese día de sol/ en el que
llueve". Este haiku es la puerta de entrada y aporta las claves para
adentrarnos en la lectura de este libro que se plantea como diario. La primera
parte, "Primavera tardía", narra la historia de un amor acabado y
otro que se perfila. La parte central, "Libro de familia", se centra
en el proceso de adopción de su hija en Rusia "este país en brazos de la
música, en brazos de los versos/ y la calamidad". Incluye "Aburrimientos"
que denomina "haikus domésticos"; por ejemplo: "Uñas moradas. /
El frío del otoño/ huele a lavanda" o el que hace alusión a su anterior
libro, hace 19 años,"La primavera nórdica/ como el amor, es falsa. / Y sin
embargo...". La última sección, "Con la Edad de Plata", dialoga
con poetas haciendo un homenaje y vuelve a poemas sobre el amor y la poesía.
El sol adquiere un valor simbólico desde los versos y las
citas que abren el libro hasta ser una constante: "los días en que el sol
se despertaba/ abrazando tus sueños" o "naturalmente, el sol que no
me falte/ si tengo que morirme. Tan sencillo: / desvivirme en la muerte, como
todos/ como nadie" o bien "y una palabra suya es sol entre la
niebla". Elemento que también acompaña el recibimiento de la hija:
"como príncipe victorioso ha vuelto/ el sol, y nos arroja unas monedas de
oro/ sobre el alma aterida". Sin embargo, en otra ocasión, el sol se
esconde "como un gusano tímido".
La nieve toma un valor especial cuando alude al país
"que alfombrara con nieve tu niñez" o "que sigue planeando sobre
la primavera". También se transforma en "las calles nevadas del
recuerdo" o bien en "la nieve de sus labios". El nombre ruso de
su hija significa como el poema "Nacida de la nieve" y al conocerla
"ya no habría más nieve por tus labios, / nunca más en tus ojos hablarían
las sombras".
Por otra parte, se produce un interesante juego de voces:
"Tanta felicidad no se merece/ que tú, Mesa Toré, la restituyas/ en
lágrimas contadas y fingidas". Un desdoblamiento aparece en "La
música que bailan" cuando asegura que fue otro y le recuerda como "un
pariente lejano que me llama/ de tarde en tarde a cobro revertido". Dialoga
con el "yo" de ayer y se sitúa en un hoy "serenamente vivo,
fuera siempre/ de la fiesta que sigue celebrándose/ en un atardecer del
paraíso". En esta polifonía se dirige a la amada como "mi
fermento" o a la hija como "florecilla" o "tierna brizna de
hierba". También a la madre "para que seas tú quien las lleve a su
boca".
El juego de la paradoja se manifiesta en "Mísero
Mesa Toré": "en las noches ninguna noche el sol/ brillará para ti, y
la primavera/ ninguna primavera reverdece/ si es ya falso el amor que es
verdadero". También en "un vago recuerdo del futuro" o "más
recuerdos tenemos que memoria". La voz poética pone nombre a esas
"paradojas rituales de la vida en común" y el fenómeno ambivalente
vuelve a aparecer cuando le indica a su hija que la espuma tan hermosa "es
también canto fúnebre" o que "el exceso de belleza linda con el infierno".
También en "sellamos una alianza, fundamos un futuro/ hermoso pero
incierto".
En cuanto al título el sujeto lírico alude a " tu
copa de buen tiempo" y al exceso de belleza, de deseo, de trabajo. En otro
poema "La voz del poeta (Brines)" escribe: "prefiriendo el
exceso de buen tiempo/ al mundo de tiniebla que habita en el poema". En
este sentido el último poema del libro "Alfiler y mariposa" recoge
una reflexión sobre la propia escritura que planea en todo el libro: "Quien
clava el alfiler en una mariposa, / ¿atrapa la Belleza o tan solo es el dueño/
de un hermoso cadáver". Concluye:"al apagar la lámpara ningún placer
se iguala/ a ver cómo en los dedos fosforece/ -tan frágil y tan breve- el oro
virginal de una quimera".
Se trata de un libro brillante y lúcido, nutrido de vida
y literatura, que aporta un sello personal al panorama poético actual.
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