Gracias inmensas a los que pudisteis acompañarme, a los que quisisteis y no fue posible...
Ya iré dejando fotos... Tenía pendiente la referencia de una reseña de Daniel García Florindo en la revista digital "Castilla. Estudios Literarios" de la Universidad de Valladolid, Número 4
Os la podéis descargar en pdf aquí
SILVIA GALLEGO, Espía mi bolso, Carta-presentación de Luis Alberto
de Cuenca, Madrid, Cuadernos del laberinto, 2013, 80 págs.
Silvia Gallego (Madrigalejo, Cáceres, 1980) es autora de
tres cuadernos de poesía: Trazos
de color (2008), Beso de almohadilla
(Vitolas del Anäis, Diente de Oro, 2009) y Renglones
de asfalto (ciclo El Peatón, 2011) y, tras participar en distintas
antologías, revistas y festivales, publica su primer poemario, un libro
que quedó entre los diez
finalistas del
XVIII Premio Jaén de Poesía (2012). Espía
mi bolso aparece ahora en la editorial Cuadernos del laberinto, con una
cartapresentación de Luis Alberto de Cuenca que sintetiza elegantemente
las bondades del libro.
Sin duda, el perfil de la gran mayoría de poetas desde
finales del siglo XX y primeras décadas del XXI presenta la mayor
riqueza formativa de la historia literaria: urbanas, profesionales, universitarias, cultas,
desempeñan diversos trabajos, en muchos casos en el campo de la enseñanza;
conocedoras de la teoría y la crítica literaria participan y organizan
encuentros y actividades culturales, etc. Es el caso de esta joven
profesora, licenciada en Filología Hispánica y Teoría de la Literatura. Su
poemario Espía mi bolso, de hecho, responde a la manifestación de un sujeto poético femenino reivindicativo de su femineidad.
Ante esta cuestión cabría preguntarnos si podemos
hablar de máscaras autobiográficas y de ficcionalidad del yo o, por
el contrario, si aparecen signos autobiográficos que remiten a la
realidad más que a la verosimilitud: ¿con qué lenguaje se expresan?,
¿asume un lenguaje heredado o construye nuevas significaciones? A todas
estas cuestiones responde la lectura de este libro, y a ellas nos
acercamos a continuación, penetrando directamente en el texto. Para
empezar, el título Espía mi bolso responde claramente al tema y a la
intención profunda que esconde su lenguaje. Comprobamos que las
palabras seleccionadas no nos sugieren que simplemente ojeemos el interior
de ese bolso=libro, sino que nos exige –con el imperativo– que seamos
un lector activo, un lector «macho», en términos
de Julio Cortázar, cuyos pameos y prosemas
tanto dialogan con este libro mediante su sentido lúdico del lenguaje, por
su amor al lenguaje. Se busca, pues, un lector que aceche, observe e
intente conseguir informaciones secretas sobre la propia escritura que en
él reside. Ya el poema introductorio, «El contrincante», nos ofrece tres
ideas principales que el resto de los poemas desarrollarán:
a) La identificación de un tú lector, amante amado a quien
la voz poética del yo mujer ordena –como ya indicamos con el imperativo del título– que se disponga
a amarse, a leerse, a ser leída por su contrincante cuerpo a cuerpo,
palabra a palabra; en definitiva, a luchar en el cuadrilátero de la
página, como expresa la cita de Eduardo García que introduce el poema
(Todo sucede en el cuadrilátero de la página).
b) Además, en ese
cuadrilátero de la página también sucede la cuidada factura del poema y su
estructura sintáctica, el uso de un lenguaje pragmático y lúdico
encaminado a la plurisignificación, a la
disemia, a la alegórica y erótica manera de leer un poema equivalente a
amar un cuerpo y viceversa.
c) Por último, también destacamos en este poema el
sentido impetuoso del presente, del aquí y ahora, que tiene la potencia
amatoria del instante. Un carpe diem
intensificado en el latido, en el ritmo
compartido que la poeta persigue con su lector ideal.
Simbólicamente, el bolso es tradicionalmente un
objeto considerado atributivo de una mujer, en este caso, actual y
sofisticada que guarda en él toda clase de utensilios pertenecientes
también al exclusivo mundo femenino, junto a objetos de la moderna
tecnología, como móviles de última generación: símbolos
paradójicos de la (in)comunicación por la distancia del cuerpo que supone
su uso.
Indagar en el bolso de este libro es indagar en torno a una sentimentalidad
femenina y al lenguaje del amor, centrado en el cuerpo femenino no ya como
objeto, sino como sujeto: poética, en suma, como materia, como cuerpo histórico (Marx), como cuerpo erótico
(Freud), cuya mayor intensidad se
producirá en la primera parte del libro titulada precisamente «Objetos».
De hecho, la poeta
no escapa de la influencia de esa
poesía granadina y ochentera de la otra sentimentalidad donde germinó de alguna manera esta poética
materialista del cuerpo. Recordemos al querido Javier Egea y composiciones
como «Materialismo eres tú», o versos como «Tantos años contable de
tu cuerpo / y esa cuenta maldita que no cuadra / y esta página absurda
de borrones». Así, en esta primera parte, «Objetos», la poeta nos
mostrará a través de un lenguaje con doble fondo la descendencia de una
historia amorosa, desde su plenitud a su declive ambiguo, disolución o
negación («no, no sé, tal vez») irónica y políticamente correcta.
La segunda parte del libro, titulada «Emociones en MP8», constituye
la transición del lenguaje corporal a la comunicación distanciada de las
pantallas del ordenador. Se continúa con la estrategia lingüística de la
ironía o lo alegórico y cultivando igualmente el nivel más superficial del
lenguaje –intención subversiva presente en toda la obra– que es, naturalmente, el
nivel léxico. Aquí cobran mayor importancia los tecnicismos informáticos,
pero destaquemos que el uso del neologismo y de la creación léxica es
quizás el rasgo más visible de todo el libro, en donde mejor y más
claramente se conjuga el juego poético de hacer versos. Cabe señalar la
originalidad que supone la disposición de los versos a través de una revisión vanguardista aplicada a la realidad de las nuevas tecnologías y, claro, lo que ello implica en
el poema significativa y visualmente.
A lo largo del libro
observaremos igualmente ciertas palabras claves que la autora dispondrá
separando sus letras para reforzar un sentido clave más sugerente, más
ambiguo.
En la tercera parte, «Zip de letras», el juego de Silvia Gallego
adopta presupuestos metalingüísticos, es decir, se pasa ahora de la
distancia comunicativa a la reflexión
metalingüística aplicada a la seducción erótica que, por otra parte, estuvo presente desde el inicio. Un
buen ejemplo lo encontramos en el poema «Análisis sintáctico»
(«Quiero
hacer sintaxis / con tu delicioso cuerpo»).
La cuarta parte «Lecturas en el IPAD» se hace más discursiva en los poemas.
De los juegos morfosintácticos pasamos a una estrategia metapoética y
receptiva de lecturas y a la reflexión de la propia escritura. En este
sentido, el poema «Molinos de viento», además de ser un buen ejemplo,
podría ser considerado como una poética más seria del libro («Ríete
conmigo / del desorden del miedo, / de las cartas al vacío, / del mucho
leer y poco dormir»).
Por último, en la quinta parte se vuelve al poema corto,
al verso breve, a la creación léxica ya más propia del creacionismo huidobriano de Altazor o quizás de un Carlos
Edmundo de Ory («entimismado»,
«polifundido», «enversado»…).
Será el poema «Cierre de cremallera» la composición con la
que lógicamente el libro-el bolso se cierra. Lo hace de un modo circular, ya que
es fácilmente enlazable con el poema introductorio que ya comentamos, «El
contrincante», volviendo otra vez a la idea de la sincronía con el lector,
como quien nada sobre la superficie lingüística de una sentimentalidad
femenina («Entre jirones de palabras / te sorprendo en sincronía, / en la
ternura que elegimos: / como ahora, si me l e e s»).
DANIEL GARCÍA FLORINDO
Universidad de Córdoba
Todos los éxitos para ti y tu Obra.
ResponderEliminarSaludos ;-)
GRACIAS POR TUS DESEOS... un placer sentirte por aquí.. Feliz viaje. Te buscaré...
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