Se trata de un recorrido por sus libros, una selección de versos y algunas apreciaciones sobre su sentido actual y su calidad artística.
¡¡Espero que os guste!! Agradezco a Javier Bozalongo la confianza y la oportunidad para presentarle en el ciclo "Poesía en los Patos".
Eduardo falleció años después. Desde aquí mi homenaje, os animo a LEERLE.
Un placer compartirla, si pincháis aquí tenéis acceso a la reseña completa.
Eduardo García: “Hay pájaros desnudos detrás de las palabras”.
La relectura de los versos del gran poeta citado nos trae un mensaje
muy actual para estos tiempos. Confiar en la palabra, en su poder… En
este artículo trataremos de hacer evidente esta tesis. En primer lugar,
otro verso suyo: “mi mirada ilumina la piel de tantas cosas”.
El poeta cordobés considera que un mundo sin poesía sería la muerte
del sujeto occidental. Le cuesta pensar que desaparezca una minoría
necesitada de emociones de alto voltaje poético y nos recuerda que el
lector realiza su propio acto creativo en la lectura.
Ya en 2005 señalaba en un periódico que el poema es un artefacto
emocional que despierta al lector del letargo en la sociedad del
espectáculo; “tiene la obligación de conmovernos”. Cree que según crece el individualismo y la incomunicación… más necesaria se revela la poesía.
Nos encontramos ante una de las principales voces poéticas de su
generación No importa tanto la “etiqueta” como reconocerle entre los
poetas de su edad y su diálogo con el simbolismo, el romanticismo
europeo y el surrealismo. Toma como modelo el grupo del 27 en cuanto a
la posibilidad de brillar con luz propia ante muy variadas propuestas.
Entre sus maestros, destaca a Juan Ramón Jiménez, Lorca, el Alberti de “Retornos de lo vivo lejano”, Gamoneda, Claudio Rodríguez, el Vallejo de “Poemas humanos”, Octavio Paz, Breton, Juarroz, Gelman…
Nuestro escritor considera que los premios impulsan la recepción pero
la verdadera aventura se produce en la soledad de la creación (en el
ensayo Escribir un poema explica el proceso de creación desde su experiencia). Lo importante -asegura- es sentir la poesía como pasión irrenunciable.
En cuanto al futuro de la poesía, afirma que en los tiempos
posmodernos que vivimos nos hallamos ante una paradoja: las limitaciones
históricas son a la vez promesas de futuro.
Escribió en 2005 un ensayo en el que une su pensamiento metapoético y filosófico, se titula Una poética del límite. Tiene en cuenta que los símbolos, desde el psicoanálisis, nos permiten conocer nuestro interior (los deseos más recónditos).
Su voz evoluciona de forma muy coherente y meditada. En su primer libro, Las cartas marcadas,
de 1995 aparece un realismo que deja a un lado la retórica. En el
segundo juega a mezclar la realidad y la ficción. En el tercero, Horizonte o frontera, desarrolla la vertiente simbólico-visionaria. Refutación de la elegía
sigue la atmósfera del ciclo de los dos anteriores –en palabras del
autor- y se encuentra más cerca tal vez de la ensoñación, del
inconsciente.
En su segundo libro No se trata de un juego, publicado en 1998, funde el poema y el cuento fantástico (sigue a los maestros Kafka y Cortázar).
Este libro fue reeditado por la editorial granadina Maillot Amarillo,
siguiendo la propuesta de Luis García Montero. Andrés Neuman en su
interesantísimo prólogo indica que predomina en su poesía control y
emoción e insiste en su singularidad como “poeta fantástico” de la Nueva
Poesía española. Existe una corriente que se centra en la reflexión:
con ojos abiertos (hacia el realismo), con los ojos cerrados (desde la
abstracción), o entrecerrándolos (como Eduardo García).
En la antología La Generación del 99 señalaba “me gusta un suceso mágico que estalla en plena apariencia de realidad”, situándose entre lo reflexivo y lo irracional.
Horizonte o frontera fue publicado enHiperión en
2003. Se trata de un libro poliédrico, con distintas voces, en el que la
cotidianidad se mezcla con la magia de la poesía y sus recovecos más
misteriosos.
Utiliza imágenes muy plásticas como “el bosque de cuchillos”, “la tristeza es un huésped que regresa”, “esquinas que al doblarse amanecen de pronto (…) aguardando la paz de las cornisas”…
De alguna forma anticipa el libro, La vida nueva, cuando en los poemas finales aparece: “dice sí a la vida”, “sólo quiero vivir entre las cosas”. También se hace eco de sus inquietudes en el poema “Deshabitado”: “siente hasta las raíces el vacío, / un boquete en el pecho como un túnel/ que da a la oscuridad”
Refutación de la elegía (editado de forma muy
bella por el Centro CulturalGeneración del 27, con tan solo 350
ejemplares, en 2006)comienza con un poema pórtico y un verso sugerente: “la palabra agua no moja”.
La vida nueva, libro de gran madurez y calidad, fue publicado en Visor, y
recibió el Premio Nacional de la Crítica en 2008. El jurado destacó su
amor a la vida y su actitud ética. En una entrevista recuerda que la
movilización contra la guerra de Iraq le hizo recuperar la utopía, creer
en las proclamas del mayo francés del 68 (“seamos razonables, pidamos lo imposible”) y percibir la necesaria transformación social.
Asegura que ha escrito el libro que le hubiera gustado escribir de
adolescente, no pacta con el mercado ni con la crítica (no tiene que
demostrar que es buen poeta).
En perfecto equilibrio entre el contenido y la forma, el yo fragmentado en su identidad (con abundantes notas de vacío, sueño…)
se apoya en un lenguaje de rupturas y con tonos plurales. La mayoría de
los poemas no tienen otra puntuación que los puntos finales. Con su
oficio, Eduardo García nos atrapa en la lectura con un ritmo muy
cuidado.
El poema que abre el libro se titula “Las pasarelas del deseo” (“que irrumpen de la nada” añade. En la primera sección nos invita a un ritual curioso (“desnúdate el hastío, la costumbre. / Limpia tu piel en un amanecer”). En la sección “Resplandor” aparece la simbólica “poda” que describe el proceso de mayor ahondamiento (“también yo ahueco tierra pecho adentro”) y también otros poemas que nos hacen avanzar, como “Ciclos” y “Claroscuro”.
En la parte central de las cinco se sitúa estratégicamente “Romper
aguas” que nos indica el momento climático de la crisis, de “perder para
dar paso al hallazgo” como aparece en la cita de Apollinaire. Comienza
con “La máscara”, mostrándose mutilado o niño con cicatriz (“marchito de quizá, de todavía”).
Si ya en otras secciones sugiere la idea de renacimiento (brotar en la
luz), en ésta se hace más evidente y se insiste en el dolor (“parirás con dolor en carne viva/ la vida que vendrá”).
En la sección “Amanece” debaten el hueco y el impulso, aparecen
“otras vidas”, regala como “aniversario” todas las palabras y las ganas
de vivir.
La parte quinta se titula como el libro, “La vida nueva”.Expresa la consecución del viaje “salir al tiempo de la siembra y ser raíz profunda y entregarme”. Otros títulos significativos son: “Nos hace falta arder” y “Para no renunciar al entusiasmo”.
Hoy, más que nunca, la poesía de Eduardo García se convierte en
instrumento esencial dentro del panorama social y poético.
Volvamos a sus versos para mirar la vida desde la belleza y la confianza renovada.
Volvamos a sus versos para mirar la vida desde la belleza y la confianza renovada.
siempre me es muy grato encontrar nuevas poesías y nuevos poetas (y tb nuevos rincones como este tuyo)
ResponderEliminarluego te leo y escribo despacito...
besos y versos
trébol
ENCANTADA de recibir a nuevos visitantes entre poemas, cafés y buena música.
ResponderEliminarGRACIAS A TI
interesante tu reseña sobre eduardo..., la tenía pendiente, me qedo con su nombre y con su obra...
ResponderEliminarme gusta tu espacio silvia s g, otro comentario q te puse más abajo "se lo llevó el viento"! mañana lo reescribo...
sigamos pues rodeados de poemas, cafés y melodías...
http://www.youtube.com/watch?v=pLUCoS1JiyY
GRACIAS A TI POR CREAR
trébol
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ResponderEliminarhackers? My last blog (wordpress) was hacked and I ended up losing many months of hard work due
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Uno de mis imprescindibles. Inmenso, Eduardo.
ResponderEliminarGracias por la reseña, Silvia *
B.
Me alegra mucho que te guste... que la tengas como referencia
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